Mi plaza de la Magdalena

viernes, 7 de agosto de 2009

"..Por una sonrisa, un cielo.."

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Cada mañana te encuentro en tu semáforo, muchacho de África, con tu sonrisa y tu mano al viento saludándonos, deseándonos buenos días e intentando vendernos, pero sin molestar, algún pañuelo o algún ambientador; con sombrero de paja si hace calor, con traje de volantes si es feria, siempre tratando de atraer nuestra atención de manera simpática y agradable.
Entonces pienso en toda esa carga de distancia y ausencias que llevas a la espalda, de patria, familia, amigos o amores; en todos los problemas que debes tener, algunos seguramente hasta inimaginables para mí; sin embargo muchacho sonríes, siempre sonríes, intentando transmitir tu “alegría” a los demás.
A continuación miro a mi alrededor y sólo puedo ver, casi diría que masticar, estrés, ansiedad, mal humor, impaciencia, caras largas y avinagradas de ejecutivos, funcionarios, autónomos, obreros….., todos con tanta prisa que apenas percibimos tu presencia. Pero a ti no te importa, tú sigues con tu maravillosa sonrisa te compremos o no, te saludemos o ni siquiera reparemos en ti.
Qué gratuita lección nos brindas muchacho cada mañana, pero nos faltan ojos en el alma para verte y nos sobra mezquindad para agradecértelo. Sólo por verte sonreír y poderte devolver la sonrisa deberíamos pagarte, es sorprendente el efecto que una sonrisa compartida produce en el ánimo, es la mejor terapia para muchas situaciones ya por desgracia cotidianas del espíritu.

Hoy muchacho no necesito pañuelos, tampoco ambientadores. Hoy te pediría, si no fuera extraordinariamente egoísta por mi parte pedirte lo único que posees, véndeme tu sonrisa, por favor.
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