Mi plaza de la Magdalena

lunes, 27 de julio de 2009

ENAMORADA NOCHE

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Se acerca Ocaso.
Agotado, Día se va reclinando sobre su amada Noche.
Ella paulatinamente va encendiendo las candilejas
que alumbrarán sueños, proyectos, ilusiones y recuerdos,
como a actores de la gran comedia de nuestra fantasía
que al menos en su escenario se harán realidad.
Como espectadores, una baraúnda de brujas, hadas, duendes
y toda clase de fantásticos seres nocturnos,
que aplauden y ríen, patean y lloran,
según el estado de ánimo de la autora de la obra.
Mas Noche no se asusta, esos son sus habitantes habituales,
la representación se repite periódicamente con cada anochecida
dando fin al despuntar el alba,
cuando Día comienza a bostezar y a poner los pies en el suelo,
es justo ese el instante en el que desaparece toda la magia,
los actores se despojan de su encanto para cubrirse de realidad,
las candilejas hace rato empezaron a apagarse,
los etéreos espectadores se van disipando
y el escenario de la noche se difumina hasta desaparecer.
Día totalmente recuperado, se cree importante,
primordial para la vida de los humanos,
no sabe que sin esas representaciones
que su amada Noche les permite puntualmente,
no podrían seguir viviendo,
serían incapaces de soportar la realidad.
Pero ella no le dice nada,
le deja que se sienta imprescindible, transcendental para sus vidas,
permitiendo así que cebe su ego,
que se sienta más fuerte y superior a ella.
Porque Noche sólo sueña con acogerle cada atardecer en sus brazos,
servirle de reposo y velar su sueño,
mientras se encarga de preparar a la humanidad
para soportar una nueva jornada
y así repetir el ciclo eternamente.

¿Por qué actúas así Noche?, le pregunto.
Y ella me responde: “Porque estoy enamorada” .


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