Mi plaza de la Magdalena

miércoles, 27 de mayo de 2009

ROMANCE A CÓRDOBA (Poned altavoces)














Es morena y cordobesa,
tiene aire de sultana
y corazón de princesa.

En Córdoba la encontré
cuando en la feria de mayo
las treinta mulas compré.

Comentando la corría
en la que Antonio Cañero
sacando su jaca hería
puso el rejón más certero
que había puesto en la vía,

estábamos Paco Gil,
Pedro, el de Puente Genil,
y el Niño Sabio de Lora
en la puerta el Mercantil
tomando una de "pastora".

¡Qué trajín! ¡Qué algarabía
con el bullir que no cesa,
en el que contribuía
la gracia y soberanía
de la mujer cordobesa!

No se puede figurar
el que aquello lo conoce,
cuando fuimos a comprar
la yegua, el rumor de las voces
de la calle Gondomar.

Como reguero de hormigas
las mujeres paseaban
y en el pecho toas llevaban
flores en lugar de espigas.

Entre mujeres y flores,
pasaban los domadores
por delante de nosotros,
luciendo sobre los potros
los atalajes mejores.

¡Vaya coches! ¡Vaya troncos,
donde los caballos broncos
mostraban todo su brío!
Iban los cocheros roncos
de tanto hablarle al gentío.

Entre aquella animación,
un grito de admiración
alarmó a la gente seria
cuando por la Concepción
se vio subir de la feria

el cuerpo más soberano,
más gallardo, más serrano
que viera del sol la luz
sobre un potro jerezano
del mejor hierro andaluz.

¡Vaya mujer con hechuras,
luciendo el traje campero
al sonar las herraúras
del caballo postinero!


Pues, ya ves si llevaría
el potro con gallardía,
que hasta el propio Cañero
tiró a su paso el sombrero
diciéndole una alegría.

Mezcla de gitana, reina llegó,
entre palmas y olés,
espuelas de oro en los pies
y por corona y por peina
un sombrero cordobés.

Al paso del alazán
la gente se descubría,
pues todo el mundo creía
que llegó el Gran Capitán,
el alma de Andalucía.

Le dio dos vueltas al paseo.
El potro con el braceo
no cabía en la ancha calle
y al compás del manoteo
quebraba su lindo talle.

Y aquella mujer preciosa,
de hermosura tan completa,
se iba meciendo orgullosa
como en la mejor maceta
se mece la mejor rosa.

Hablé con ella, fue mía...
Puse en ella mi alegría,
mis afanes y mis penas
y hoy por su gusto daría
más sangre que hay en mis venas.


Sé que no me pertenece,
que no es de mi condición.
¡Pero ya no hay solución!
¡El hombre siempre obedece
cuando manda el corazón!




Versión del romance de Julián Sánchez Prieto, el pastor-poeta, al que puso melodía y voz el maestro Pepe Marchena.

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2 comentarios:

  1. realmente preciosa y con sentimiento

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  2. Como me gusta "Romance a Córdoba" cantada por el gran cantante Pepe Marchena.Gracias por la letra.

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